Poemas en las paredes de Leiden. Un proyecto cultural

Alejandro Cernuda

Vale la pena cometer el error de ir sin mirar antes las guías de turismo. Perderse; demorar la vista en un detalle común, en el encuentro con un indicio que empuja el recuerdo; perseguir un olor; preguntarle a ese tipo que parece estirado y te habla en inglés de Oxford con toda la ironía que esto supone, preguntarle sobre esa costumbre extraña de colgar una mochila en las astas de bandera; perseguir una mujer -sin acoso, claro-; imaginar la historia pasada y futura de esos que por casualidad se sentaron en la misma terraza que tú y ella toda seria y él, como un niño con dulce, encogido porque es su primera cita (aventuramos) y ella le niega todo el tiempo la sonrisa, salvo en el momento que él –todo un caballero- se arriesga a buscar de la barra un poco de sal para su –quizá- futura novia, y ella le dice, endereza el cuerpo y él intenta pero es todo sonrisa y timidez.

Poema de Hans-Lodeizen. Viviremos

Hans-Lodeizen. Viviremos

Así nos fuimos a Leiden. Yo con mi embarazo de mal guía turístico; de haber recorrido dos años antes el tramo desde la estación central hasta la facultad de humanidades, a hablarles de mis libros y de los libros de otros. Para luego hacer el mismo camino de regreso una y otra vez. Recordar que en esa plaza donde hoy los niños aprovechan el veranillo y la fuente para darse una ducha; allí me detuve para que Nanne viniera a por mí. Porque estoy cerca del molino, que debe ser buen punto de referencia. Pero molinos hay varios, me dijo ella, mejor busca Mac Donnals y espérame ahí. Nanne Timmer, de risa todo el tiempo.

Sugawara-no -Michizane- Poemas en las paredes

Sugawara Michizane. Haikú sin título.

En Leiden nació Rembrandt. No lo supe hasta que nos encontramos –buscábamos en ese momento dónde se alquilaban los botes- justo en la plaza rodeado por los motivos del pintor y la vivienda donde vio por primera vez la luz del mundo. Aquí su familia fue propietaria de varias casas y él mismo, un tiempo después, fue propietario de un jardín al otro lado del muro de la ciudad. Y estudió sus primeras lecciones de dibujo justo en la plaza donde antes se cortaban brazos y cabezas.

Luego nos encontramos con el primer poema escrito en la pared. No sabíamos nada. Hubo una tradición antigua en esta ciudad. Más de treinta poemas en las paredes quedaron escritos desde hace siglos. La mayoría de ellos anónimos, y hoy un proyecto se ha encargado de subir ese número a más de un centenar y Leiden, que es famosa por su universidad, ya lo es también por esto.

A Coat. Poema escrito en la pared

A Coat. William Butler Yeats.

Nos encontramos con el poema de José Eduardo Eielson. Fue el primero que vimos y el español escrito en la pared lo que nos resultó curioso. Pensé que el poeta peruano, que tanto había vivido en Europa, tal vez vivió en esta casa. Nada que ver. La casa no tenía otra referencia y en su fachada sólo un cartel con la información de que estaba en venta. Luego encontramos a Shakespeare, a Borges, a Marina Tsvietáieva, etc. El proyecto que incluye a cuatro o cinco autores en español (Borges, Quevedo, Neruda, Octavio Paz…), terminó en el 2005 con el poema De profundis, de Federico García Lorca.

Se pueden contar así muchos detalles de ésta o cualquier urbe. Sin rebuscar mucho encontrar la plaza donde cortaban cabezas, a un costado de la catedral del siglo XIII o saber que el asedio de los españoles a Leiden terminó cuando Guillermo de Orange logró entrar con las tropas, gracias a los diques rotos y la inundación que protegió a la ciudad. Y de alimento les sirvió a los pobladores lo que las tropas de Francisco Valdés habían dejado. Saber eso me recordó aquella ocasión, en Cuba, cuando le preguntaron a un campesino muy viejo, si cuando niño prefería a las tropas españolas o a las norteamericanas. Y dijo que las españolas, porque dejaban siempre algo en los campamentos, pero los gringos, con sus estrictas leyes de salud pública, enterraban lo que no se podían comer…

Soneto XXX Shakespeare

Soneto XXX de William Shakespeare.

Así, cuenta la leyenda que Guillermo de Orange preguntó a los ciudadanos de Leiden qué querían en premio a su resistencia, y ellos pidieron una universidad. La Universidad de Leiden es hoy la más antigua del país.

Tierra de tulipanes

También aquí comenzó la parte holandesa de una de las flores con más historia. En 1593 el botánico Carolus Clausius trajo a la Universidad de Leiden algunos bulbos desde Estambul. Su fama de avaro propició que una noche un grupo de desafectos entrara por la fuerza en el jardín del botánico y robara varios bulbos.

Este acto delictivo trajo para Holanda la propagación de lo que es hoy uno sus productos más preciados. La tulipomanía comenzó en 1634 y los precios de las flores se dispararon. Se pagaban inmensas sumas por una nueva combinación genética. Es la época en que se enmarca la novela de Alejandro Dumas (El tulipán negro) y es hoy clase obligada para los historiadores de las crisis financieras.

Lograr buenos tulipanes se convirtió en un negocio próspero para unos y la ruina para otros, tantos que el gobierno tuvo que intervenir para regular el mercado.

Otros poemas escritos en los muros

Había muchos, como ya se dijo más de un centenar. He aquí una pequeña selección de los que pudimos ver. Como se constata, abunda el español.

Ves, con el oro. Poema de Quevedo

Ves, con el oro. Francisco de Quevedo.

Aquí. Octavio Paz en Leiden

Aquí... Octavio Paz.

Misterio Eielson

Misterio. Jorge Eduardo Eielson.

Cien enamorados. Lorca. Poemas en las paredes de Leiden

Los cien enamorados. Federico García Lorca.

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