Natuurmonumenten, una reserva natural

Alejandro Cernuda

La oficina del parque natural de Natuurmonumenten consiste en una casona de madera y techo tradicional cubierto de un tipo de musgo. El color verde oscuro y el techo circular le dan a esta casa la impresión de ser una carpa de circo. Camino a la oficina, a la izquierda de la pequeña plaza, se extiende un terreno recién sembrado de brezo.

Por más que Casper de Jong trató de explicarme la importancia de esta yerba en la constitución del parque, fue necesario ver el paisaje completo, en la maqueta, y otros quince minutos de explicación para hacerme entender. En el área pavimentada que rodea la oficina circular hay varias mesas donde los visitantes hacen campamento antes de adentrarse en el parque.

 El invierno ha avanzado un poco y las excursiones disminuyen en esta época. Cuando llegamos sólo había un par de trabajadores. El parque tiene una plantilla de aproximadamente sesenta empleados, aunque sólo una reducida parte de ellos recibe sueldo. La mayoría son trabajadores voluntarios, amantes de la naturaleza que contribuyen al mantenimiento del parque en sus días libres, pero no por eso dejan de tener responsabilidades, me advierte Casper.

Sobre algunas de las mesas yacen granos de diversos tipos, desperdigados con el objetivo de atraer las aves, y se levantan algunas ramificaciones de las que cuelgan mazorcas de maíz y frutas. No tuve la oportunidad de que en mi estancia se acercara alguna, pero los trabajadores me aseguraron que era una buena idea para mantener las aves cerca de la oficina, y propiciar así en los visitantes una primera buena impresión.

La entrada de la oficina está guardada por un ciervo y un tejón disecados. Una puerta doble, automática, permite acercarse a la maqueta del parque, y en el piso se ven marcadas las huellas que indican el camino hasta la mesa de información. La maqueta ovoide da una idea inmediata de las dimensiones de la reserva natural, con sus bosques, lagos, y los amplios brezales, así como el área, casi en el centro del parque, que hace poco tiempo ocupaban los campesinos y ahora se encuentra de nuevo en proceso de humectación.

Al retirarse los campesinos esto siempre es mediante la compra o la donación, y en la actualidad todavía quedan terrenos privados dentro del parque- los canales que se utilizaban para mantener la tierra seca, deben sellarse y así invocar de nuevo la ciénaga que antes existió. La tierra se remueve y se busca crear desniveles en el terreno para que plantas de diferentes características encuentren su hábitat. En la maqueta la futura ciénaga, ahora en construcción, está marcada por dos pisos, en el primero se ve el estado actual de las obras y encima cómo será en el futuro.

La mayor parte del terreno está cubierto por el color característico de los brezales. Así quedará también la nueva parte, adjuntada a la ciénaga central. El problema con esta yerba fue lo que me costó entender, es que en el parque natural tratarán de recuperar la apariencia antigua de la ciénaga, esa mezcla de lodo e hierbas secas que antes tenía gran parte de la superficie de Holanda, antes que la obstinación de su gente, y la idea filosófica del Pólder convirtiera todos estos pantanos en tierra firme y cultivable. En estos momentos Casper me explicó: Los pequeños agricultores tienen muy poca reincidencia en la economía holandesa.

Las grandes corporaciones del campo, la cría intensiva de animales, proveen al país y logran mantener un alto índice de exportación de alimentos. Pero es necesario, y la organización Natuurmonumenten lo entiende así, mantener un parque donde se pueda conocer la verdadera cara de este país antes de cambiar gracias a la revolución agrícola. Para permitir que el brezo sobreviva al verde que también trata de imponerse, el parque usa un ejército de 700 ovejas y el servicio del buen pastor con sus perros. Las ovejas son utilizadas como agentes naturales para eliminar lo verde del paisaje y propiciar así una vista poco ortodoxa en la noción que se tiene del campo actual. Estas ovejas comen todo lo verde que encuentran a su paso y dejan el brezo a sus anchas.

Pantanos y brezales ocres en un área intransitable, sólo dada a la observación desde el camino que la circunda. Por otra parte, en el establo se acumula el estiércol que también es utilizado en la fertilización de otras plantas. Esta regresión del paisaje no es bien vista por todo el mundo, y ahora principalmente, la política conservadora y pragmática del gobierno califica este tipo de parques naturales y la carrera ecologista como la afición de la izquierda.

El centro de la planta baja de la casona está ocupado por la maqueta y una tienda de recuerdos, ésta, y la máquina de café son las únicas fuentes de ingreso directo que hasta ahora se le permite tener al parque. Sin embargo, Natuurmonumenten es una empresa privada de carácter nacional. Con parques naturales por todo el país. Su estrategia es similar al modelo económico adoptado por la mayoría de las religiones. En el país hay casi 700 000 personas subscritas a la conservación del medio ambiente. Es casi el 5% de la población holandesa. Ellos pagan una cuota de 20 euros anuales y de eso, amén de otras donaciones, se conforma la ganancia de esta empresa privada.

Aunque no es un mal negocio, distintas trabas legales impiden que los parques naturales puedan poner en prácticas otras formas de ingreso. Casper y yo conversamos sobre esto un buen rato. No le permiten construir una cafetería donde los visitantes puedan consumir platos típicos de Holanda.

No les permiten crear un grupo de habitaciones para alquilar y así permitir que no solo los holandeses o este particular los alemanes, tengan acceso al parque, sino que el proyecto se abra a otras partes de Europa y permita insertar el parque en visitas de turistas de otros lugares. Todo conlleva a que el negocio en su estrategia financiera- sea un proyecto muy parecido a las congregaciones religiosas.

La fe ecológica, una doctrina de nuevo tipo, se basa en la potenciación de la caridad verde y el miedo a la catástrofe climática sustituye la creencia en el más allá y propicia el funcionamiento económico de los parques naturales. Si la ecología está dada a convertirse en una nueva religión, y muchos lo creen así, se le ha endilgado ya este tipo de estructura. Los sacerdotes tienen pinta de funcionarios, los libros sagrados se venden en la tienda de recuerdos, los pintores que antes pintaban la cena y la cruz de Cristo hoy son fotógrafos profesionales que buscan los ojos de ciervo herido. Los parques naturales funcionan como santuarios protectores del desastre climático, por donde se pasean los convencidos en peregrinaje picnic de un día de fin de semana. Un regreso al panteísmo, sólo que por otro camino. Tras un café con los demás trabajadores del centro me hicieron muchas preguntas sobre mi experiencia holandesa y sobre el futuro de Cuba.

Casper y yo hicimos el recorrido corto. Llegamos hasta la casa del pastor y el establo. Allí, frente a nosotros se abrió el inmenso brezal y mi amigo me comentó su interés en construir un mirador desde donde se pudieran observar los muchos lagos que hay en el horizonte. Por desgracia, a la altura de un hombre no se puede observar mucho desde allí y tal vez el camino, con los árboles a punto de otoño y la soberbia de los pinos que presienten su desnudez, tenga más atractivo para los visitantes. El pastor no estaba ni las ovejas tampoco.

Casper me contó que, a las cinco de la tarde, en los días de verano, cuando el rebaño abandona el campo, escoltado por los perros y el pastor, los visitantes se reúnen en esa esquina para ver el espectáculo de este regreso, también desaparecido ya del paisaje holandés. Años atrás, en medio de la ciénaga, una pintora plantó su cabaña y se dedicó a vivir allí por un tiempo, hacía una especie de revista, también por suscripción, y sus clientes recibían cada cierto tiempo una obra de ella.

No tuve la suerte de ver ninguno de sus cuadros, pero me imagino que tanto brezo, tanta soledad, le hayan dado a su obra un toque semejante, aunque más frío, a los cuentos de Horacio Quiroga, aplastado el hombre por el peso de la naturaleza. Al fin ella regresó a la ciudad, pero todavía se la puede ver de vez en cuando por el parque, o en casa del pastor. tanta soledad, tanto brezal melancólico.

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